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Arcangeles

 El arcángel Miguel es el comandante de los ejércitos celestiales. Fue él quien expulsó a Satanás y a sus ángeles rebeldes y quien peleará con el Dragón que menciona el Apocalipsis. Su principal función es protegernos de las fuerzas demoníacas y los malos espíritus y, entre los dones que le podemos pedir, están la valentía y la fuerza de voluntad.

Miguel es el jefe del ejército angélico y el principal entre los siete grandes arcángeles. Fue él quien derrotó a Satanás (Lucifer) y sus ángeles rebeldes y quién según la tradición rabínica acompañó al pueblo judío durante su éxodo a través del desierto. Considerado como un ángel de protección que ha sido siempre leal y obediente a Dios,  su nombre, de origen hebreo, significa “¿Quién cómo Dios?”, pregunta retórica que el mismo arcángel utilizó como respuesta a Satanás cuando éste, en medio del combate, jactanciosamente dijo: “¿Quién cómo yo?”.
Él, junto a Gabriel y Rafael, es uno de los tres arcángeles que la Iglesia Católica reconoce de forma oficial (ya que solo esos tres son nombrados en la Biblia de forma explícita). Pero su importancia es tan grande que rebasa en mucho a la que el Catolicismo le concede, siendo así el ángel más importante en el Judaísmo y, en el Islam, uno de los tres ángeles que se le presentó a Mahoma. Muestra de esa importancia son las diversas denominaciones que se le ha otorgado: “El que guarda las llaves del cielo”, “Jefe de los Arcángeles”, “Príncipe de la Presencia”, “Príncipe Angélico de Israel”, “Guardián de Jacob”, “Ángel de la Zarza Ardiente”, “Ángel del Arrepentimiento, la Rectitud, la Misericordia y la Santificación”.

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Él es el Mensajero Divino: anunció el nacimiento de Jesús y de Juan El Bautista y entregó el Corán a Mahoma. Pero  no es solo un ángel mensajero pues fue quien Dios envió para explicarle al profeta Daniel el significado de sus visiones, por lo cual Gabriel es también un ángel asociado a la clarividencia; y a la muerte, pues acompaña a las almas de los fallecidos según el misticismo judío. Él es el Mensajero Divino: el que anunció el nacimiento de Jesucristo y de Juan El Bautista, el que fue enviado por Dios para explicarle al profeta Daniel el significado de sus visiones y el que dictó el Corán a Mahoma. Su nombre (“Gebher” en el original hebreo) ha sido interpretado de formas variadas pero semejantes en sentido: “Fortaleza de Dios”, “Dios es mi fuerza”, “Hombre de Dios”, “Héroe de Dios”; o, en el caso de su nombre islámico “Djibril”, como “El Espíritu Fiel”. Varios son también los títulos que se le han dado para expresar sus funciones y los atributos que forman su esencia: Ángel de la Anunciación, Ángel de la Revelación, Ángel de la Verdad, Ángel de la Pureza, Ángel de la Encarnación, Ángel de la Resurrección, Ángel del Gozo, Portador de Buenas Nuevas, Ángel del Consuelo, Ángel de la Misericordia


En la tradición judía existe la creencia de que Gabriel se sienta a la izquierda de Dios y es gobernador del Edén; dentro de la angeología actual, hay quienes sostienen que es jefe de los Ángeles de la Guarda y, ya en un marco de consenso general, que es también él quien dirige a los Ángeles de la Pureza, papel éste originado en la asociación que se ha hecho de él con la Virgen María.
Muchos expertos en el tema de los ángeles han planteado que, en virtud de su rol de Mensajero Divino, Gabriel es el arcángel más cercano a la Humanidad, por lo cual se le ha llamado “Embajador Jefe ante la Humanidad”. Ligado igualmente a su papel de comunicador, se ha planteado que Gabriel es el responsable de cierto tipo de gestión en las relaciones humanos/ángeles, humanos/Naturaleza y humanos/humanos.
Dentro del esoterismo moderno, se considera a Gabriel como el arcángel de las emociones, la fecundidad, la creatividad y las artes, además de cómo el ángel de la pureza, el nacimiento, la resurrección, las revelaciones y todos los otros papeles que se le han atribuido en el marco del cristianismo.
Inherente a todo lo anterior es el hecho de que, la ayuda espiritual que Gabriel puede brindar a los seres humanos, reside principalmente en el poder que tiene para conducirlos hacia un camino de purificación en el que los sentimientos y las emociones puras van creciendo cada vez más en compañía de los pensamientos elevados, encaminando así al alma individual hacia la bondad y el amor de El Creador, de modo que, en el transitar por dicho sendero, los vicios, el odio, los hábitos mundanos y todo ese tipo de cosas van quedando atrás, no ya en virtud de un proceso de represión sino en virtud de un proceso en el que la inspiración espiritual ha ido haciendo que las tendencias de la luz vayan progresivamente reemplazando a las tendencias de la oscuridad, todo a modo de una alquimia energética de ascensión espiritual en la cual la labor del arcángel Gabriel ha seguido una dinámica intrínsecamente asociada a incrementar  —recuperando en los casos en que se ha perdido— la inocencia, la pureza y la alegría propia de aquellos primeros años de vida.


Él es el Médico del Cielo, el Arcángel Sanador. En el Antiguo Testamento, Rafael fue el arcángel que proporcionó la receta para curar a Tobías de su ceguera; y, según se cree, “el ángel del Señor” que según el Evangelio de Juan “bajaba de tiempo en tiempo a la piscina y agitaba el agua” dándole poderes curativos, era también Rafael. 

Rafael, cuyo nombre significa “Medicina de Dios”, es el arcángel de la salud (física, emocional, mental y espiritual) y de la sanación, aunque también se encarga de la protección de los viajeros y de los noviazgos y matrimonios.
Él, además de ser uno de los siete grandes arcángeles que tienen “acceso a la gloria de Dios”, es uno de los cuatro arcángeles (junto con Miguel, Gabriel y Uriel) destinados al cuidado de la Tierra y, según el Libro de Enoc, está entre los cuatro arcángeles sentados junto a Dios.
Desde la Antigüedad, Rafael ha sido considerado como patrono de los médicos y de los sanadores espirituales, como también el Ángel de la Ciencia y el protector de la Medicina.
Diversos han sido los títulos que se le han otorgado además de Ángel de la Ciencia: “Supervisor de los Vientos del Anochecer”, “Ángel de la Curación”, “Ángel de la Providencia”, “Arcángel de la Salud”,  etc.
Pese a ser oficialmente un arcángel, algunos especialistas han planteado que Rafael preside el coro de los Malakim, un grupo de ángeles pertenecientes a Las Virtudes, ángeles encargados de restaurar la belleza y la armonía del universo. En todo caso, se concuerda en que Rafael es el jefe de los Ángeles Sanadores y el ángel que rige la esfera de la salud del cuerpo físico; teniendo ―según los ocultistas seguidores de Saint Germain― bajo su dominio la llamada “Casa del Crecimiento y la Transformación”
Astrológicamente se le considera regente de Jupiter (Sagitario) y Mercurio (Geminis y Virgo), se le asigna el punto cardinal Este y el elemento Aire.



Él es el Arcángel de la Piedad dentro de la tradición judía. Por eso, en la metafísica esotérica se lo ha considerado el Arcángel de la Llama Violeta, asociándolo así al perdón, la liberación y la transmutación que aquella representa. Ciertos ocultistas ven en Zadquiel al arcángel que lleva los registros del karma, de cuyo peso intenta librar a los humanos infundiéndoles el don de perdonar. 
Él es uno de los siete grandes arcángeles y uno de los llamados “Ángeles de la Presencia” (los ángeles que están en presencia de Dios), además de uno de los nueve Regentes del Paraíso según ciertas fuentes. El nombre “Zadquiel” significa “Justicia de Dios”. La Cábala asocia a éste arcángel con la sefirot (emanación divina correspondiente a uno de los 10 aspectos esenciales de Dios) Jesed, sefirot que expresa la Piedad-Compasión-Misericordia, o bien la Bondad entendida básicamente en base a las fuerzas anteriores. De allí que se le haya dado los siguientes títulos: Ángel de la Misericordia, Ángel del Perdón, Ángel de la Compasión, Ángel de la Transmutación, Ángel de la Liberación, Ángel de la Memoria, Ángel del Recuerdo, Ángel de la Magia, Ángel de la Alquimia, entre otros.
Pero entonces: ¿cómo se concilian todos esos aspectos dentro de la naturaleza de Zadquiel, sobre todo la justicia con el perdón? La explicación es la siguiente:
La justicia, sobre todo la divina, es indisociable del perdón, hecho este que llevó a Juan Pablo II a decir que “no hay justicia sin perdón”. No obstante la justicia no es el perdón, pues aquel es solo uno de sus aspectos-manifestaciones. Así, ya que Zadquiel está asociado a la sefirot de la Piedad, la justicia que representa es la justicia del perdón, la cual es el aspecto compasivo, misericordioso y piadoso de la justicia en general. Es por eso que el título de Arcángel de la Justicia es más propio de Uriel, quien representa a la justicia en sentido integral y por tanto a los aspectos coercitivos y rigurosos de aquella (por algo es el arcángel que porta las llaves del Infierno). Pasando a la relación perdón/liberación, se ve con claridad que el perdón representa una liberación tanto para quien perdona como para quien es perdonado: el que perdona, al menos en el plano humano, se libra del resentimiento, del rencor, del odio (si acaso existe), de la herida que representa el recuerdo constante y nocivo de la falta de la cual se ha sido víctima; el perdonado, se libra en cambio de la amenaza de una posible venganza o castigo (según sea el caso), como también de toda la mala voluntad y energía que lo tenían como blanco. Y es que el perdonar es indisociable de una cierta limpieza interior en relación a la actitud que se tenía frente al recuerdo de la falta que se cometió contra uno: es por esto que, siendo Zadquiel el Ángel del Perdón, lo es también del Recuerdo (por ende de la Memoria) y de la Transmutación, puesto que la transmutación representa una transformación espiritual de carácter elevador y purificador, tal y como acontece en el marco de la limpieza interior requerida para otorgar el perdón verdadero.
Por lo anterior, para ciertos ocultistas Zadquiel es el arcángel que custodia los archivos de las vidas pasadas y del karma de cada cual, estando así asociado a la limpieza del karma en virtud de su papel de Ángel del Perdón. La razón es tan simple como sigue: al perdonar, estamos quitando karma (la mala actitud merecida que le hemos guardado) a quien perdonamos, por lo cual nos hacemos merecedores de que Dios nos libre de parte de nuestro karma, estando esa liberación en función de la gravedad de la falta que perdonamos y de la calidad de nuestro perdón.
Resulta ahora claro el que en la Metafísica (no como rama de la Filosofía sino del Esoterismo) se lo haya asociado al Rayo Violeta (o Llama Violeta), diciendo que controla a los Ángeles Violetas y que ministra y esparce los poderes de la Llama Violeta, sobre todo a quienes la invocan y solicitan. En cuanto a qué es la Llama-Rayo Violeta, aquella es una fuerza espiritual compuesta de distintos atributos relacionados entre sí: Transmutación, Perdón y Liberación, básicamente; para los ocultistas (sobre todo los seguidores de Saint Germain), este rayo es el más poderoso de los siete y es un rayo que transforma o transmuta todo lo malo, elevando la frecuencia vibratoria de las energías espirituales. En total hay Siete Rayos o Siete Llamas, correspondiéndose cada una de esas llamas a un arcángel particular.
Debido a su papel como Arcángel de la Llama Violeta, Zadquiel se ha convertido en el arcángel más importante dentro de todos los círculos esotéricos derivados a partir de la obra de Madame Blavatsky, quien es prácticamente la madre del esoterismo occidental actual, al menos de aquel que más se ha difundido y practicado.
Por ese papel de Arcángel de la Llama Violeta es en gran parte que a Zadquiel se le llama el Arcángel de la Invocación, puesto que cada una de las Siete Llamas, y sobre todo la Llama Violeta, actúan y se manifiestan (a nivel invisible pues son llamas espirituales, no físicas) cada vez que se las invoca mediante tales o cuales decretos metafísicos.
Para los creyentes en la Llama Violeta, aquello es posible desde que el conde Saint Germain (fallecido en 1784), Maestro Ascendido[5] de la Llama Violeta, consiguió que la Administración Celestial le permitiese regalar a la Humanidad la libre disposición de la Llama Violeta, abriendo así la posibilidad de convocarla con decretos en los que suele estar la presencia “YO SOY” (las mayúsculas son parte del nombre…).
Por último, se ha creído que Zadquiel dirige a los Ángeles Ceremoniales puesto que él es el Arcángel de la Invocación. Ellos, los Ángeles Ceremoniales, son seres que ayudan al hombre a incorporar los ritos y ceremonias en su vida cotidiana, procurando así el que cada sentimiento, pensamiento y acto humano, participe en la vivencia del día como un ritual de veneración a Dios.

Uriel, junto a Miguel, Gabriel y Rafael, es uno de los cuatro arcángeles que Dios encargó para cuidar la Tierra. Es el Ángel del Arrepentimiento y de la Justicia pero también el Ángel de la Paz. En la tradición judía, Uriel es porta las llaves del Infierno, lugar del cual intenta salvar a los humanos a través de lo que representa el fuego que porta: el poder iluminador de la verdad…
Su nombre  significa “Fuego de Dios” . Él es uno de los Ángeles de la Presencia (ángeles que pueden acceder a la presencia de Dios) y uno de los siete grandes arcángeles. No se sabe con certeza si es un serafín, un querubín o un Príncipe de las Dominaciones. Lo cierto es que Uriel es el arcángel del arrepentimiento y la retribución, así como también el arcángel de la justicia, la paz y de la salvación.
En su obra El Paraíso Perdido, John Milton lo describió como “de todo el cielo, el espíritu de vista más aguda”[2]. Ligada a eso, está la función de “vigilante del mundo” que algunos textos le atribuyen, función a su vez relacionada con aquel libro que suele aparecer en sus manos en ciertas imágenes suyas, libro éste que, según una determinada interpretación (hay otra), representa una lista de los seres humanos con los respectivos pensamientos, sentimientos y actos que han efectuado a lo largo de sus vidas, llevando así Uriel una cuenta necesaria para ver quiénes irán al Infierno, lugar del cual supuestamente él tiene la llave; pero, pese a ser así, no desea que nadie se condene, por lo cual suministra el don sobrenatural del arrepentimiento a las almas que aún pueden salvarse, por más protervas que éstas sean.
Astrológicamente se le considera como Regente del Sol, por lo cual usualmente se le ha representado con un sol detrás de la cabeza. Aunque más allá del significado astrológico ese sol, por estar ubicado de modo equivalente a la aureola (símbolo de la conciencia iluminada y pura) de los santos, está asociado con la llama que Uriel porta, llama esta que representa al fuego espiritual de la verdad, viniendo así el sol (que está compuesto de fuego) a ser una forma de simbolización de la que quizá es la más elevada función de Uriel: el despertar, a través del “fuego de la verdad”, la conciencia de los seres humanos.
Uriel, junto con Miguel, Gabriel y Rafael, es uno de los cuatro arcángeles que fueron destinados a cuidar de la Tierra y, en consecuencia, es mucho más fácil de contactar y está mucho más dispuesto a interactuar con los humanos que aquellos arcángeles que no están dentro del susodicho grupo.
Jofiel es el arcángel de la sabiduría, la iluminación y el intelecto. Algunos piensan que fue él quien expulsó a Adán y Eva del Paraíso y, con una espada de fuego, se quedó guardando el camino al Árbol de la Vida. A diferencia de Miguel, Gabriel y Rafael, Jofiel es un arcángel que se ha manifestado muy poco al hombre, un arcángel cuya naturaleza está investida de misterio. 
Jofiel es uno de los siete arcángeles que están en la presencia de Dios y que Las Escrituras llaman “príncipes del cielo”. Él es el arcángel de la Sabiduría y la Iluminación; por ello, algunos han postulado que fue Jofiel quien expulsó a Adán y Eva del Paraíso y quien se quedó cuidando el camino que llevaba al Árbol de La Vida.
Su nombre[1] ha sido interpretado como “Belleza de Dios” o “Luz de Dios”, estando lo segundo ligado a la lección que éste ángel tiene para el hombre, lección ésta que consiste en el hecho de que, desde cierta perspectiva, todo es aprendizaje dentro del mismo camino que, cada uno a su manera, recorre en pro de una meta: la ascensión. Así, Jofiel tiene el don de mostrarle al hombre como todo es un proceso de enseñanza que se repetirá una y otra vez[2] hasta que el alma logre la iluminación derivada de comprender el Plan Divino.
Su origen se remonta a escritos del llamado Pseudo-Dionisio, el cual era un teólogo bizantino anónimo que firmó sus escritos a nombre de San Dionisio Areopagita[3] y vivió a finales del s. V e inicios del s. VI. De ese modo, su origen es mucho menos antiguo que el de arcángeles como Miguel, Gabriel, Uriel y Rafael, los cuales tuvieron su origen en el famoso Libro de Enoc[4].
En la tradición judía se le ha visto como equivalente a Yefefiah[5] (uno de los llamados “Ángeles de La Presencia”), como uno de los “Príncipes de La Ley” y como compañero del arcángel Metatrón. El Zohar dice que comanda 53 legiones de ángeles y que supervisa la lectura de la Torá en el Sabbat. También, dentro del esoterismo judío se le ha descrito como uno de los “ocho ángeles príncipes de la Merkaba”, siendo en esa óptica superior a Metatrón y todos los ángeles que no participan del rango de “príncipe de la Merkaba[6]”. La Cábala dice que él es el ángel que debe invocarse para crear amuletos, que astrológicamente es el espíritu de Júpiter cuando la influencia de este planeta está en Piscis y Sagitario; y, para algunos, Jofiel sería el mismo ser que Dina, quien era una angelina guardiana de la sabiduría de la Torá y quien fue la encargada de enseñar 70 lenguas a los humanos de los inicios después de la expulsión de Adán y Eva y antes de la caída de la Torre de Babel.
Sobre su puesto entre las nueve jerarquías angélicas hay discrepancia. Así, unos creen que fue él un querubín que Dios puso para cuidar el camino al Árbol de la Vida luego de la expulsión de Adán y Eva; en cambio, otros piensan que es uno de los jefes de la Orden de los Tronos.
En cuanto a su naturaleza astrológica, Cornelius Agripa (1486-1535) ha dicho que Jofiel es uno de los regentes de Saturno; Paracelso ha dicho que es la inteligencia de Júpiter y su regente cuando está (Jupiter) sobre Piscis y Sagitario, además de que se alterna con Zadquiel en la regencia de Saturno. Por último, hay interpretaciones que lo ponen como el “ángel de Septiembre” y como regente de Libra, estando por ello dotado del poder de curar la estupidez.
Chamuel,cuyo nombre significa “El que ve a Dios” o “El que busca a Dios”, es el arcángel del amor. Él ayuda a las personas deprimidas por la soledad o el desamor y fomenta en los seres humanos la gratitud hacia Dios y el amor incondicional y desinteresado. Dicen que, de entre todos los arcángeles, él es el más dulce y cariñoso.
Chamuel es uno de los siete grandes arcángeles o “príncipes del cielo”, él es el arcángel del Amory se encarga de proteger los vínculos afectivos y de promover el amor incondicional hacia los demás, así como también la devoción, la gratitud y el amor hacia Dios. Chamuel representa la belleza que se logra mediante la consecución y expresión de la pureza del amor. Se cree que él es el más dulce y cariñoso de los arcángeles, que su presencia se manifiesta como las famosas “mariposas en el estómago” o como una especie de irradiación energética en el corazón; y, también, se dice que éste arcángel brinda su apoyo a las personas que sufren de desamor y soledad. Por el papel que se le otorga, Chamuel es el arcángel asociado al planeta Venus.
Su nombre significa “El que ve a Dios”, “El que busca a Dios”, o “Auxilio y fuerza de Dios”. Pese a eso, hay muchos nombres asociados a éste arcángel: Camael, Camiel, Camiul, Cancel, Jahoel, Kemuel, Seraphiel, Shemuel, Samuel, Haniel, Anael…En cuanto al significado más difundido de su nombre, que es el de “El que ve a Dios”, tiene éste la siguiente explicación mística: Jesucristo dijo “Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios” (Mateo 5:8); ahora, el apóstol Juan dijo que “Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él” (1Juan 4:16); así, siendo Chamuel el arcángel que personaliza al amor, es evidente que su corazón está lleno de amor, y sobre todo de amor a Dios, dejando así de lado el amor al mundo y todo lo que se contrapone al amor a Dios, así como también dejando de lado al odio y todas aquellas cosas que se oponen al amor, ya que de lo contrario no podría ser el arcángel que personaliza al mor: entonces, en resumidas cuentas, acontece que Chamuel, por estar lleno de amor, está lleno de la presencia de Dios y puede verlo tanto en su interior, en tanto que está lleno de su presencia, como en su exterior, en cuanto que está libre de aquello que le impediría verlo, puesto que aquello que le impediría verlo es, en esencia, aquello que se opone al amor.
En cuanto a su rango entre los coros angélicos, pese a ser conocido como un “arcángel”, muchas fuentes lo colocan como el “Príncipe de las Potencias”. Por otra parte, se sabe que Chamuel es el director de todos los ángeles de la llama rosa, ángeles que combaten las fuerzas del odio, fomentan la gratitud hacia Dios, inspiran el respeto y el aprecio hacia la vida y sus diversas manifestaciones concretas (la paloma, el gato, cualquier ser humano) y animan a la Humanidad a desarrollar el amor incondicional, el amor a Dios y al Ser Interno.
A nivel de creencias presentes en el esoterismo de corte popular, Chamuel es también el arcángel de la tolerancia, la sexualidad, la adoración, la ternura, la dulzura, el encanto, la comunión afectiva y la estética espiritualizada, atribución ésta última a partir de la cual se le ha considerado regente de lo relacionado con el embellecimiento físico y la decoración.
Algunas tradiciones lo vinculan a Haniel, ángel que supuestamente transportó a Enoca al cielo, otras afirman que es el ángel del mes de diciembre y hay quienes dicen que habita el segundo cielo y que una labor suya es encargarse de las emanaciones sublimes que ascienden a Dios y provienen de las oraciones que llegan a través del primer cielo.
Finalmente y sobre todo a nivel de aquella corriente actual de metafísica que postula la existencia de las Siete Llamas y de los Maestros Ascendidos, existe la interesante creencia de que el arcángel Chamuel estuvo separado de las conciencias humanas por muchos siglos, siendo así que en todo ese tiempo el hombre no se podía comunicar con él. No obstante, también plantean que actualmente si es posible comunicarse con Chamuel y contactar con sus mundos espirituales.


3 comentarios:

  1. interesante pero ese fondo parece satanico

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  2. Interesante como en el infierno hay 7 reyes demonio en el cielo habitan los 7 Grandes Arcángeles al mando de dios

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  3. pasa que lucifer era el arcángel de mas alto nivel es mas baso esa categoría el se baso en eso para los títulos nobiliarios del infierno

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