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Él es uno de los siete grandes arcángeles y uno de los llamados “Ángeles de la Presencia” (los ángeles que están en presencia de Dios), además de uno de los nueve Regentes del Paraíso según ciertas fuentes. El nombre “Zadquiel” significa “Justicia de Dios”. La Cábala asocia a éste arcángel con la sefirot (emanación divina correspondiente a uno de los 10 aspectos esenciales de Dios) Jesed, sefirot que expresa la Piedad-Compasión-Misericordia, o bien la Bondad entendida básicamente en base a las fuerzas anteriores. De allí que se le haya dado los siguientes títulos: Ángel de la Misericordia, Ángel del Perdón, Ángel de la Compasión, Ángel de la Transmutación, Ángel de la Liberación, Ángel de la Memoria, Ángel del Recuerdo, Ángel de la Magia, Ángel de la Alquimia, entre otros.
Pero entonces: ¿cómo se concilian todos esos aspectos dentro de la naturaleza de Zadquiel, sobre todo la justicia con el perdón? La explicación es la siguiente:
La justicia, sobre todo la divina, es indisociable del perdón, hecho este que llevó a Juan Pablo II a decir que “no hay justicia sin perdón”. No obstante la justicia no es el perdón, pues aquel es solo uno de sus aspectos-manifestaciones. Así, ya que Zadquiel está asociado a la sefirot de la Piedad, la justicia que representa es la justicia del perdón, la cual es el aspecto compasivo, misericordioso y piadoso de la justicia en general. Es por eso que el título de Arcángel de la Justicia es más propio de Uriel, quien representa a la justicia en sentido integral y por tanto a los aspectos coercitivos y rigurosos de aquella (por algo es el arcángel que porta las llaves del Infierno). Pasando a la relación perdón/liberación, se ve con claridad que el perdón representa una liberación tanto para quien perdona como para quien es perdonado: el que perdona, al menos en el plano humano, se libra del resentimiento, del rencor, del odio (si acaso existe), de la herida que representa el recuerdo constante y nocivo de la falta de la cual se ha sido víctima; el perdonado, se libra en cambio de la amenaza de una posible venganza o castigo (según sea el caso), como también de toda la mala voluntad y energía que lo tenían como blanco. Y es que el perdonar es indisociable de una cierta limpieza interior en relación a la actitud que se tenía frente al recuerdo de la falta que se cometió contra uno: es por esto que, siendo Zadquiel el Ángel del Perdón, lo es también del Recuerdo (por ende de la Memoria) y de la Transmutación, puesto que la transmutación representa una transformación espiritual de carácter elevador y purificador, tal y como acontece en el marco de la limpieza interior requerida para otorgar el perdón verdadero.
Por lo anterior, para ciertos ocultistas Zadquiel es el arcángel que custodia los archivos de las vidas pasadas y del karma de cada cual, estando así asociado a la limpieza del karma en virtud de su papel de Ángel del Perdón. La razón es tan simple como sigue: al perdonar, estamos quitando karma (la mala actitud merecida que le hemos guardado) a quien perdonamos, por lo cual nos hacemos merecedores de que Dios nos libre de parte de nuestro karma, estando esa liberación en función de la gravedad de la falta que perdonamos y de la calidad de nuestro perdón.
Resulta ahora claro el que en la Metafísica (no como rama de la Filosofía sino del Esoterismo) se lo haya asociado al Rayo Violeta (o Llama Violeta), diciendo que controla a los Ángeles Violetas y que ministra y esparce los poderes de la Llama Violeta, sobre todo a quienes la invocan y solicitan. En cuanto a qué es la Llama-Rayo Violeta, aquella es una fuerza espiritual compuesta de distintos atributos relacionados entre sí: Transmutación, Perdón y Liberación, básicamente; para los ocultistas (sobre todo los seguidores de Saint Germain), este rayo es el más poderoso de los siete y es un rayo que transforma o transmuta todo lo malo, elevando la frecuencia vibratoria de las energías espirituales. En total hay Siete Rayos o Siete Llamas, correspondiéndose cada una de esas llamas a un arcángel particular.
Debido a su papel como Arcángel de la Llama Violeta, Zadquiel se ha convertido en el arcángel más importante dentro de todos los círculos esotéricos derivados a partir de la obra de Madame Blavatsky, quien es prácticamente la madre del esoterismo occidental actual, al menos de aquel que más se ha difundido y practicado.
Por ese papel de Arcángel de la Llama Violeta es en gran parte que a Zadquiel se le llama el Arcángel de la Invocación, puesto que cada una de las Siete Llamas, y sobre todo la Llama Violeta, actúan y se manifiestan (a nivel invisible pues son llamas espirituales, no físicas) cada vez que se las invoca mediante tales o cuales decretos metafísicos.
Para los creyentes en la Llama Violeta, aquello es posible desde que el conde Saint Germain (fallecido en 1784), Maestro Ascendido[5] de la Llama Violeta, consiguió que la Administración Celestial le permitiese regalar a la Humanidad la libre disposición de la Llama Violeta, abriendo así la posibilidad de convocarla con decretos en los que suele estar la presencia “YO SOY” (las mayúsculas son parte del nombre…).
Por último, se ha creído que Zadquiel dirige a los Ángeles Ceremoniales puesto que él es el Arcángel de la Invocación. Ellos, los Ángeles Ceremoniales, son seres que ayudan al hombre a incorporar los ritos y ceremonias en su vida cotidiana, procurando así el que cada sentimiento, pensamiento y acto humano, participe en la vivencia del día como un ritual de veneración a Dios.
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Su nombre significa “Fuego de Dios” . Él es uno de los Ángeles de la Presencia (ángeles que pueden acceder a la presencia de Dios) y uno de los siete grandes arcángeles. No se sabe con certeza si es un serafín, un querubín o un Príncipe de las Dominaciones. Lo cierto es que Uriel es el arcángel del arrepentimiento y la retribución, así como también el arcángel de la justicia, la paz y de la salvación.
En su obra El Paraíso Perdido, John Milton lo describió como “de todo el cielo, el espíritu de vista más aguda”[2]. Ligada a eso, está la función de “vigilante del mundo” que algunos textos le atribuyen, función a su vez relacionada con aquel libro que suele aparecer en sus manos en ciertas imágenes suyas, libro éste que, según una determinada interpretación (hay otra), representa una lista de los seres humanos con los respectivos pensamientos, sentimientos y actos que han efectuado a lo largo de sus vidas, llevando así Uriel una cuenta necesaria para ver quiénes irán al Infierno, lugar del cual supuestamente él tiene la llave; pero, pese a ser así, no desea que nadie se condene, por lo cual suministra el don sobrenatural del arrepentimiento a las almas que aún pueden salvarse, por más protervas que éstas sean.
Astrológicamente se le considera como Regente del Sol, por lo cual usualmente se le ha representado con un sol detrás de la cabeza. Aunque más allá del significado astrológico ese sol, por estar ubicado de modo equivalente a la aureola (símbolo de la conciencia iluminada y pura) de los santos, está asociado con la llama que Uriel porta, llama esta que representa al fuego espiritual de la verdad, viniendo así el sol (que está compuesto de fuego) a ser una forma de simbolización de la que quizá es la más elevada función de Uriel: el despertar, a través del “fuego de la verdad”, la conciencia de los seres humanos.
Uriel, junto con Miguel, Gabriel y Rafael, es uno de los cuatro arcángeles que fueron destinados a cuidar de la Tierra y, en consecuencia, es mucho más fácil de contactar y está mucho más dispuesto a interactuar con los humanos que aquellos arcángeles que no están dentro del susodicho grupo.
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Jofiel es uno de los siete arcángeles que están en la presencia de Dios y que Las Escrituras llaman “príncipes del cielo”. Él es el arcángel de la Sabiduría y la Iluminación; por ello, algunos han postulado que fue Jofiel quien expulsó a Adán y Eva del Paraíso y quien se quedó cuidando el camino que llevaba al Árbol de La Vida.
Su nombre[1] ha sido interpretado como “Belleza de Dios” o “Luz de Dios”, estando lo segundo ligado a la lección que éste ángel tiene para el hombre, lección ésta que consiste en el hecho de que, desde cierta perspectiva, todo es aprendizaje dentro del mismo camino que, cada uno a su manera, recorre en pro de una meta: la ascensión. Así, Jofiel tiene el don de mostrarle al hombre como todo es un proceso de enseñanza que se repetirá una y otra vez[2] hasta que el alma logre la iluminación derivada de comprender el Plan Divino.
Su origen se remonta a escritos del llamado Pseudo-Dionisio, el cual era un teólogo bizantino anónimo que firmó sus escritos a nombre de San Dionisio Areopagita[3] y vivió a finales del s. V e inicios del s. VI. De ese modo, su origen es mucho menos antiguo que el de arcángeles como Miguel, Gabriel, Uriel y Rafael, los cuales tuvieron su origen en el famoso Libro de Enoc[4].
En la tradición judía se le ha visto como equivalente a Yefefiah[5] (uno de los llamados “Ángeles de La Presencia”), como uno de los “Príncipes de La Ley” y como compañero del arcángel Metatrón. El Zohar dice que comanda 53 legiones de ángeles y que supervisa la lectura de la Torá en el Sabbat. También, dentro del esoterismo judío se le ha descrito como uno de los “ocho ángeles príncipes de la Merkaba”, siendo en esa óptica superior a Metatrón y todos los ángeles que no participan del rango de “príncipe de la Merkaba[6]”. La Cábala dice que él es el ángel que debe invocarse para crear amuletos, que astrológicamente es el espíritu de Júpiter cuando la influencia de este planeta está en Piscis y Sagitario; y, para algunos, Jofiel sería el mismo ser que Dina, quien era una angelina guardiana de la sabiduría de la Torá y quien fue la encargada de enseñar 70 lenguas a los humanos de los inicios después de la expulsión de Adán y Eva y antes de la caída de la Torre de Babel.
Sobre su puesto entre las nueve jerarquías angélicas hay discrepancia. Así, unos creen que fue él un querubín que Dios puso para cuidar el camino al Árbol de la Vida luego de la expulsión de Adán y Eva; en cambio, otros piensan que es uno de los jefes de la Orden de los Tronos.
En cuanto a su naturaleza astrológica, Cornelius Agripa (1486-1535) ha dicho que Jofiel es uno de los regentes de Saturno; Paracelso ha dicho que es la inteligencia de Júpiter y su regente cuando está (Jupiter) sobre Piscis y Sagitario, además de que se alterna con Zadquiel en la regencia de Saturno. Por último, hay interpretaciones que lo ponen como el “ángel de Septiembre” y como regente de Libra, estando por ello dotado del poder de curar la estupidez.
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interesante pero ese fondo parece satanico
ResponderEliminarInteresante como en el infierno hay 7 reyes demonio en el cielo habitan los 7 Grandes Arcángeles al mando de dios
ResponderEliminarpasa que lucifer era el arcángel de mas alto nivel es mas baso esa categoría el se baso en eso para los títulos nobiliarios del infierno
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